Una de las líderes de Pussy Riot, el grupo punk más conocido por su activismo contra el presidente ruso Vladimir Putin, escapó en las últimas semanas del país disfrazada de repartidora.
Maria Alyokhina había sido incluido por el Kremlin en su lista de personas en busca y captura, tras ser condenada a prisión por ignorar las restricciones en la pandemia para organizar una protesta a favor de la liberación del opositor Alexei Navalny y por violar los términos de su arresto domiciliario al quitarse la tobillera de control electrónico.
Según informó The New York Times, Alyokhina se disfrazó para eludir a la policía moscovita, que vigilaba el departamento de una amiga que la alojaba. Dejó su teléfono allí para evitar que la rastrearan y otro amigo la llevó a la frontera con Bielorrusia. Demoró una semana en cruzar a Lituania.
“Creo que Rusia ya no tiene derecho a existir”, declaró Alyokhina a una periodista del NYT que la entrevistó en la ciudad lituana de Vilnius.
Alyokhina considera que el hecho de que pudiera salir de Rusia y Bielorrusia es un reflejo de la caótica aplicación de la ley rusa. “Desde aquí parece un gran demonio, pero está muy desorganizado si lo miras desde dentro. La mano derecha no sabe lo que hace la izquierda”, dijo, y advirtió que espera volver a Rusia, pero aún no sabe cómo ni cuándo podría suceder.
La militante, nacida en 1988, fue condenada en 2012 a dos años de prisión por vandalismo tras protagonizar, junto a otras integrantes de Pussy Riot, la conocida como “oración punk” en la catedral ortodoxa de Cristo Salvador de Moscú, un espectáculo de protesta en el que corearon ‘Madre de Dios, echa a Putin’.
Medio año después, Alyokhina y su compañera Nadezhda Tolokónnikova fueron amnistiadas por el Gobierno ruso, tres meses antes de que se cumpliera la totalidad de su condena. Desde entonces, la joven fue detenida en varias ocasiones en Rusia.